El fútbol es un deporte altamente complejo, posiblemente el más complejo de todos los deportes colectivos. La posibilidad de rendir al máximo nivel depende de muchos más factores que la simple técnica o calidad individual.

Cuando los jugadores (o entrenadores) tienen la necesidad constante de PROBARLE a otros o a sí mismos que sí merecen estar dentro de un equipo, sus intereses irán enfocados hacia el rendimiento individual para satisfacer sus egos, poniendo constantemente sus intereses personales por encima de los del equipo. Esta mentalidad trae consigo altos niveles de ansiedad y un gran miedo a fracasar, pues la necesidad de probarle al mundo que merecemos “ser considerados buenos” nos impide ofrecer nuestro máximo rendimiento.

Por el contrario, si el jugador desarrolla una MENTALIDAD DE CRECIMIENTO, sus intereses irán siempre guiados hacia  el APRENDER, afrontando las experiencias competitivas como una oportunidad más para crecer y mejorar. Es evidente que esta forma de pensar nos LIBERARÁ de niveles excesivos de presión de cara a la competición y al mismo tiempo nos ayudará a afrontar las situaciones difíciles de una manera más sabia y eficiente.

Para mejorar, es indispensable fallar. Para crecer, hay que lograr aprender de aquellos fallos. Eso sí, es evidente que avanzaremos más rápido si realizamos cada fallo una sola vez.  Lucas González